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La paradoja de la IA: ¿adopción masiva o ilusión colectiva?
La adopción es ahora, no cuando la “moda” pase.
Desde hace meses vemos titulares que hablan de una implantación masiva de la inteligencia artificial. McKinsey afirma que más del 75 % de las organizaciones ya usa IA en alguna función, y la mayoría de estudios sitúan la adopción entre el 70 % y el 80 %. Incluso hay cifras que aseguran que el 90 % planea aumentar su inversión. Sin embargo, a la vez surgen informes que revelan que 80 % de esos proyectos no aportan resultados materiales, y que muchas iniciativas se quedarán en fase piloto o se abandonarán. Gartner, por ejemplo, predice que al menos un 30 % de los proyectos de IA generativa se cancelarán antes de llegar a producción por falta de datos, costes elevados o ausencia de valor de negocio.
¿Contradicción? ¿Mala suerte? En realidad es la misma paradoja vista desde ángulos distintos.
Decimos “sí”, hacemos “no”
En nuestro trabajo con empresas medianas, escuchamos continuamente “ya usamos IA”. Pero cuando preguntamos por la factura mensual, muchas no pasan de 20 € en herramientas SaaS. Es lógico: el mercado está inundado de demos gratuitas y promesas de productividad. Muchos directivos se apuntan a la “moda” sin revisar procesos, sin cambiar hábitos, sin invertir en capacidades internas. Por eso no sorprende que un estudio con 25 000 trabajadores daneses no encontrara impacto significativo en horas trabajadas ni en salarios cuando se introdujeron chatbots de IA De media ahorraron un 3 % del tiempo, y casi nada de esa mejora llegó a sus nóminas
La percepción de “ser más productivo” no siempre coincide con la realidad.
La urgencia que no sentimos
Hay miedo al cambio y pereza, sí. Pero lo más grave es la falta de sentido de urgencia. Sabemos que la IA será estratégica –o incluso cuestión de vida o muerte en algunos sectores–, pero seguimos postergando su adopción real. Nuestros programas de formación para directivos muestran siempre la misma pauta: todos reconocen la importancia del tema, pero pocos cambian su día a día. Se dedican a “pilotear” sin integrar la IA en sus rutinas.
Esta incoherencia tiene una base neurocientífica: el cerebro (y las organizaciones) necesitan reconfigurar sus circuitos para adoptar nuevas capacidades. La IA no es un software más; es una tecnología que exige reaprender cómo decidimos, cómo colaboramos y cómo medimos el éxito. La electricidad tardó décadas en revolucionar las fábricas porque hubo que rediseñarlas. Con la IA ocurre lo mismo: sin rediseño, no hay impacto.
Más experimentos y menos fe
Algunos colegas hablan ya de un banco con plantilla cero gracias a agentes como Claude. Puede sonar exagerado, pero nos obliga a preguntarnos: ¿qué procesos de tu empresa podrían realizarse con asistencia de IA hoy mismo? ¿Qué tareas humanas son, en realidad, burocracia automatizable?
Para avanzar, propongo tres ideas sencillas:
Plan de adopción personal y corporativo. No basta con comprar licencias. Define qué problemas concretos vas a abordar y cómo medirás el éxito. Empieza con pequeños proyectos de 90 días, con objetivos claros y responsables definidos.
Inversión en capacidad interna. La diferencia entre gastar 20 € y asignar un presupuesto real es formar a tus equipos y adaptar tus procesos. El 77 % de las empresas siente urgencia de adoptar IA, pero solo el 25 % tiene la infraestructura para escalar. Las medianas, con presupuestos ajustados, tienen ventaja si priorizan el talento y la arquitectura adecuada.
Aceptar la curva de aprendizaje. La IA no es mágica ni infalible. Un estudio con desarrolladores experimentados demostró que algunos fueron 19 % más lentos al usar herramientas de IA, aunque ellos pensaban que eran más rápidos. La productividad no llega instantáneamente; viene tras iterar, corregir y aprender.
Para terminar, una pregunta incómoda: ¿qué ocurrirá en tu organización si, de verdad, la IA es tan transformadora como creemos pero sigues tratando el tema como un experimento menor? La historia muestra que quienes integran antes las nuevas capacidades obtienen ventajas duraderas. La ventana se está cerrando.
La adopción es ahora, no cuando la “moda” pase.
[Fuentes: McKinsey, Gartner, Exploding Topics, Fortune]